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miércoles, 16 de febrero de 2011

Diputados, circo y payasos
J
Avenabet Mercado

amercado@elsiglo.com

En nuestra nación, los ciudadanos tenemos que empezar a aprender que nada rasca mejor nuestra piel, que nuestra propia uña. Aquí la justicia, muchas veces, utiliza un lenguaje judicial que la gente común no puede hablar, no puede entender y no puede escribir. Peor aún, con mucha frecuencia, algunos procesos judiciales están abiertos al soborno.
Y la situación es peor si observamos el circo político de como hoy se debaten los proyectos de ley en la Asamblea Nacional, todo parece que avanza a garrotazos. Es una vergüenza para la democracia del país la forma cómo los diputados empujaron el proyecto de ley sobre el Código Minero. Ya, anteriormente, lo habían hecho con reformas a la aviación comercial, los códigos de Trabajo, Penal y Judicial, así como otras leyes de urgencia necesaria.
Los diputados del país no pueden seguir actuando como malabaristas, payasos o equilibristas. Sería mejor que en sus espectáculos piensen en elaborar leyes más acorde a las necesidades de los ciudadanos..
Aquí nadie quiere detenerse a analizar los problemas de los ciudadanos, sufren cuando van a resolver un caso penal porque allí todo es un manoseo de papeles, un laberinto. Los tribunales superiores cuentan con magistrados y secretarias repartidos a nivel del distrito judicial y algunos de ellos son como árboles de silencio para la ayuda de ciudadanos que van buscando respuestas judiciales y salen sin resolver nada.
Pero si hablamos de los juzgados municipales, el asunto es peor. Desde la raíz más pequeña, es tan difícil encontrar un leñador que realmente dedique su tiempo a dar respuestas jurídicas para aquellas personas que nada tienen y nadie quiere oír.
En el tren judicial también existen jurisconsultos que no pueden saltar fuera de su sombra. Algunos son aberrantes y hasta cierto punto perversos.
Urge que en Panamá los procesos penales y judiciales se desarrollen con la verdadera equidad jurídica y social. No podemos continuar permitiendo que la justicia del país baje al nivel de circo político, no podemos seguir permitiendo que en la Asamblea Nacional todo sea una fiesta, no podemos seguir permitiendo que muchas investigaciones llevadas a cabo indiquen que las víctimas de abusos físicos bajo custodio policial y otros excesos sean, desproporcionalmente, gente pobre quienes la sufran.
Lo que está dejando hoy la democracia son caminos de espina y dolor. Los políticos tienen que empezar a reflexionar.

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