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domingo, 25 de enero de 2015

La “denuncia” daña reputaciones en Panamá




      Por Avenabet Mercado
             avenabet@yahoo.es

   Como expediente para ganar capital político, confundir a la opinión pública y destruir reputaciones, la denuncia- por lo generar sin pruebas fehacientes y a veces hasta mentirosa- se ha convertido en un arma devastadora en la sociedad panameña.
     La denuncia es utilizada como un expediente de uso corriente por políticos, empresarios y profesionales y, sobre todo, por reporteros jóvenes que se dejan utilizar por políticos mañosos,mediocres o aberrantes. 
     De por sí, la denuncia no es objetable. Sin embargo, para que sea legítima el que la hace debe contar con pruebas calificadas que avalen sus pronunciamientos.
En este último caso, las denuncias sirven un fin social y pueden jugar el papel- muy importante- de asistir a las instituciones de la Justicia en la persecución de crímenes o delitos así como a las autoridades en la lucha incesante contra la corrupción administrativa, el enriquecimiento ilícito, la evasión de impuestos y, en casos extremos, hasta la subversión.
      Empero, lanzada a los vientos irresponsablemente, la denuncia se convierte en un peligroso instrumento de disolución social, de desinformación y de confusión general. De ahí que se imponga como condición indispensable que quien la haga actué con responsabilidad y la sostenga con la exposición de los hechos concretos que la fundamentan.

                                                 Daños políticos

    El que se hace eco de una denuncia debe percatarse, en primer término, de la seriedad de la misma. Tan dañino es el que hace una denuncia falsa como aquel que la repite, no importa en que circunstancias ha sido hecha o dónde.
     Cualquier ciudadano ha sido afectado con falsa denuncia pública, incluso hasta políticos con excelente agenda de liderazgo han sido dañado con supuestas denuncias dirigidas hacia sus agendas de trabajos diarios por el país.
                                            
    No olvidemos aquella nulidad de la condena, por tres años, que el Tribunal de Apelaciones y Consultas de Panamá decretó a favor de la dirigente del Partido Revolucionario Democrático (PRD), Balbina Herrera, acusada divulgar  supuestos correos electrónicos.
   
     Nadie se escapa del arma de la “denuncia” pública como capital político.  Existen en Panamá ciudadanos dedicados a dañar figuras políticas, no olvidemos aquel caso en que el  “ Gobierno de Panamá ha denunciado ante el Ministerio Público que la Administración de la ex presidenta Mireya Moscoso estuvo vinculada a la desaparición de equipos técnicos  en la televisión estatal, Radio Televisión Educativa (RTVE).”
 Y las carretas de las denuncias no se detienen para dañar la figura política del ex presidente Martín Torrijos, no se olvide cuando la Corte Suprema de Justicia de Panamá anuló un proceso y ordenó el archivo del expediente por un supuesto caso de corrupción.
     Otro caso muy marcado de calumnia y “denuncia” fue aquel para dañar el liderazgo político del ex presidente Ernesto Pérez Balladares, quien más luego salió al frente para denunciar un "abuso de autoridad" .
                                                 Denuncia y regla clara

      En Panamá ya es tiempo de empezar a hacer un alto. La democracia nos ha valido muchos sacrificios, debemos evitar que caiga en un abismo insalvable entre gobierno y sociedad. Nadie tiene derecho a dañar reputaciones con acusaciones desaprensivas. Por supuesto la denuncia – cuando es seria- desempeña una función social de importancia.
Cuando se exterioriza con un depurado sentido del deber contribuye al saneamiento de las sociedades. De manera pues que cuando se cuenta con los elementos necesarios para respaldarla, la denuncia resulte un excelente canal de profilaxis social y política. Son muchos los que abusan de su poder en una sociedad, porque saben que sus miembros o son, por naturaleza, tímidos, o han sido intimidados.
     Si hay que hacer denuncias, que se hagan; pero que al propio tiempo se presenten las pruebas que les sirven de base. Si hay que acusar a quienes prevarican, a quienes viven de negocios ilícitos, que se haga; pero que también se diga, primero, en qué consisten las actuaciones que se pueden calificar de tales y qué pruebas se tiene de ello.  Y, segundo, que las pruebas se entreguen responsablemente al Ministerio Público.
    Si siguiéramos esas dos reglas, esta sociedad sería mucho mejor; también tendríamos menos razones para sentir el temor que a muchos asalta de que nos estemos colocando al borde de un precipicio insondable.
     En el caso nuestro – como periodistas- procuremos ser veraces cuando estemos en el escenario de las noticias; de igual forma, vale para todos los profesionales y cualquier ciudadano, hay que procurar tener el valor de la verdad y honestidad al denunciar la irregularidad, la corrupción y el crimen.
     Nadie debe sentir temor alguno cuando posee la prueba de que algo impropio está ocurriendo. Esto así, porque es un deber de todo buen ciudadano denunciar los desgreños administrativos. Y una responsabilidad que solo podemos evadir a costo de hacer esta sociedad mucho más corrupta de lo que ya es.

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lunes, 24 de noviembre de 2014

Chorizos, piratas y gánsteres en Panamá



   Por Avenabet Mercado
        avenabet@yahoo.es


La gobernabilidad democrática es valiosa por si misma porque promueve el desarrollo humano con libertad política y los conceptos de libres empresas competitivas, pero no funciona con  dirigentes que gustan avanzar  por las  instituciones del Estado  olfateando el viento, pero un olfateo en busca de la corrupción.

 Ya se está siendo necesario que aprendamos  a escuchar los ecos de la democracia y cómo deben proyectarse las instituciones del Estado en los escenarios internacionales. Más que de políticos, necesitamos de estadistas con visión de país para que así  las empresas extranjeras, que funcionan adecuadamente, inicien un proceso de  tocar las puertas de Panamá y se firmen acuerdos que funcionen en forma transparente.
Es necesario fortalecer aún más nuestro entorno económico. Hay que  mejorar el plano profesional, ejercer más la idoneidad comercial, revisar los sistemas fiscales  y  la capacidad  del sistema judicial  para así   hacer cumplir los contratos.
Debemos trabajar con voluntad política y  también enfrentar la burocracia.
O sea,  significa esto que la  buena gobernabilidad requiere no solamente   capacitar a los jueces, sino de velar porque estos observen debidamente los procedimientos establecidos; que sean justos y más que todo reflejen un carácter de honestidad y honor en cada una de sus acciones.
Honor, pensamos, que va desapareciendo en Panamá. No hemos podido frenar a esos funcionarios que viven calentando chorizos,  de gobierno a gobierno,  en busca del dinero fácil.
Frente a esos escenarios es  ideal fortalecer cada día más el sistema jurídico. Y estos así porque no  se trata de que las empresas internacionales lleguen para invertir en Panamá,  se trata de que lleguen pero sin  piratas y sin gánsteres nuestros para poder saquearlas.
                                                       ####

Ciudad de Panamá.

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martes, 21 de octubre de 2014

Contrabando azota a Costa Rica y Panamá


                                              Puente sobre el río Sixaola, entre Costa Rica y Panamá.

Por Avenabet Mercado

Acabar con el contrabando de mercancías en las fronteras de Panamá más que un tema de trabajo es asunto de educación, responsabilidad ciudadanas y conciencia social.
Allí cuando no es el negocio de las drogas es   la “Trata De blanca y Prostitución”,  o sino las actividades del contrabando,  en todos sus género,  que ya preocupa a los pequeños comerciantes de las provincias de Bocas del Toro y  Chiriquí.  
El ritmo del son empieza  desde a las  primeras horas de la mañana por Paso Conoas, un punto de la frontera sur “tico-panameña”. Las  maracas se mueven con los negocios de otros “tumbaos”, para el bajo de un son montuno.
De nada vale que las autoridades de la Dirección de Aduanas de Costa Rica y Panamá  inviertan grande sumas de dineros en tecnologías,  si el cáncer de la maldad después de limpiar los caminos sigue allí: No escondida en la sabana, sino en el colchón.
Hay ciudadanos de ambas naciones que operan en los negocios del contrabando de alimentos y mercancías secas como electrodomésticos, perfumes, CD, celulares u otros avances del mundo tecnológico de hoy. Durante la noche,  supuestamente, duermen en territorio “tico”;  pero en el día, denuncian comerciantes,  cruzan y  operan en suelo “panameño”.
La manía

La manía del contrabando no llega a Panamá desde ahora. Recordemos que ya en los años de 1741 el Fray Diego Salinas y Cabrera, vigésimo noveno obispo de Panamá, de la Orden de San Agustín, nos describe como eran los negocios del contrabando en las provincias de Veraguas y Coclé.
Se describe en ese tiempo como al Gobernador,  D. Dionisio  de Alcedo, le preocupa el contrabando por tierra  que supuestamente nos llega desde Costa Rica y por mar, eran los barcos atestados de mercancías  que llegaban a Panamá procedentes de las islas de El Caribe.
Y lo confirma así, para esos tiempos, Monseñor Pedro Mega: “Los especuladores tenían un deposito general de mercaderías europeas en Jamaica, de allí, como un centro de operaciones, las conducían en sus buques a diferentes puntos de vigilancia del continente, burlando a las autoridades, para expenderlas. 

Aeropuerto de Tocumen

Más hoy,  ya  el año 2014,  Panamá ejerce una dura lucha frente a las actividades del contrabando. Mantiene un férreo control aduanar en el Aeropuerto Internacional de Tocumen.  Pero los negocios ilegales, pareciera, están llegando más por tierra que por aire.
Las actividades del  contrabando  empiezan a moverse desde el triángulo de las porosas fronteras de El Salvador, Honduras y Nicaragua.  Desde allí supuestamente se inicia la fiesta, pero los mejores cómplices del negocio pareciera se ocultan entre la frontera de Costa Rica y Panamá, la cual  está llena de filibusteros,  arañas, “mariposas” y pájaros multicolores olfateando  el delito peor que los  perros, mientras inspectores  ticos-panameños se la pasan tirando las cartas o   tomando arroz con piña en las campiñas.

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sábado, 30 de marzo de 2013

El sistema judicial en Panamá



Por Avenabet Mercado 
          avenabet@yahoo.es

La manera como se presenta el ámbito judicial en Panamá, donde algunos aspectos inquietan y la lucha para enfrentar cualquier nivel de corrupción espanta, es para debatir, revisar, criticar, tratar de corregir y juzgar. Aquí a los jueces honestos no los aplauden, sino que los arrinconan. Pareciera que nadie le interesa que el sistema judicial en nuestro país avance. En ocasiones las acusaciones que hace una fiscalía ofenden porque hay jueces que pasan el tiempo dándole vuelta a la tortilla y acceden a los deseos de las mismas fiscalías.
Por los departamentos de muchas fiscalías avanzan funcionarios extravagantes, no aplican las cosas útiles que debieron aprender en sus universidades porque hasta la ética es pisoteada. Viven en la sociedad, pero no instruyen justicia. Cada uno tiene su mundo de ambiciones, meditando negocios fútiles con personas indiferentes.
Por los pasillos judiciales tendrá que pasar la rueda de la soberanía democrática, aquella donde el poder popular decida. Esto así porque en la coyuntura como debe aplicarse la ley parece que todo se recicla influenciado por el poder económico, más que por la ética de aquellos jurisconsultos que actúan con transparencia.
Es necesario ir pensando en cómo hacer más humano la estructura del Poder Judicial en el país.
El Judicial es un poder más del Estado, aparte del Órgano Legislativo y el Ejecutivo, donde los jueces acceden preparando una oposición, avanzando en la carrera administrativa o con los años de servicio van ocupando puestos de más poder, sin que exista ningún control del poder popular sobre ellos.
Una verdadera independencia judicial debería tener en cuenta, en primer lugar, la elección directa de los jueces y la elección para ellos de sus órganos de Gobierno, sin influencias del Poder Ejecutivo ni del Legislativo.
Deberíamos iniciar los debates en la Asamblea en interés de seleccionar a los mejores jueces, aquellos que en sus apostolados de jurisprudencia puedan actuar con transparencia y siempre apegado al principio de equidad.
Tendrá que ser así, el escenario judicial de Panamá debe empezar a moverse en una sola dirección ética, sólo si queremos ir en esa dirección; es nuestra responsabilidad y nuestro destino ciudadano el que está en juego, pero también el porvenir de la nación.

Lea el articulo en el diario Panamà Amèrica


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