En Panamá existen clanes políticos con muchos privilegios, no se detienen. Todos desean participar activamente en el pastel, pero también olvidan que la democracia de ayer ya no es la de hoy, donde se Intenta que el sistema político de Gobierno tenga presencia en los ciudadanos, o sea más responsabilidad con la deuda social.
El presidente de la República, Laurentino Cortizo Cohen, en la nueva jornada política por una democracia más justa en Panamá, es de los pocos mandatarios panameños que al inicio de su gestión empiezan a cumplir sus promesas de campaña casi al siguiente día de su asunción al poder.
Después de los gobiernos de fuerzas, igualmente, ha sucedido con los expresidentes Ricardo Martinelli y Ernesto Pérez Balladares, éste último del Partido Revolucionario Democrático (PRD). Ellos marcaron sus ritmos de trabajos con buenos proyectos de desarrollo social. Hoy a los panameños no nos debe interesar criticar posturas enemistadas, sino aprovechar de cada uno lo que puede ser beneficioso para el país.
La democracia panameña necesita de cambio. De líderes refrescantes, al estilo de José Isabel Blandón Figueroa del Partido Panameñita, exdiputado y exalcalde de la Ciudad de Panamá. Avanzó en el tinglado político de su campaña electoral sin odio, a pesar de las puñaladas dadas de su propio gobierno, liderado por el ex presidente Juan Carlos Valera y sus comparsas de las sonrisas fingidas y los sentimientos hipócritas; aquellos que construyeron un tinglado ligero para declive a su campaña, donde en lugar de caer la miel que purgan los panes de azúcar, solamente caía veneno.
En la historia no nos olvidemos la grandeza del filósofo David Hume cuando en el Siglo XVlll publicó la bitácora de Inglaterra, una gran nación europea llena de principios y valores por la fortaleza económica.
Hume, en una crisis social para ellos peor a la del Coronavirus, marginó interpretaciones del pasado histórico con políticos injustos para usar ese mismo pasado de otro modo más inteligente y pragmático: a favor del aprendizaje cívico en su nación.
Hay que otear la historia. de los eventos. Aunque los escenarios cambian, observamos hechos sociales que dan ejemplos. Hoy el expresidente de la República, Ricardo Martinelli, nos muestras ejemplos cívicos de comportamientos políticos para la democracia panameña. Ha dicho en varias ocasiones que no odia a nadie, a pesar de las puñaladas clavadas a su espalda.
A Ricardo Martinelli, pensamos, no le interesa respaldar posturas políticas crónicamente enemistadas, llenas de odio; por el contrario, desea aprovechar de cada campo político y económico la acción que pueda ser más justa para el porvenir de la nación.
Igual camino demuestra el Presidente de la República de Panamá, Laurentino Cortizo Cohen. Sectores políticos de principios éticos piensan que el jefe de Estado no tiene interés en estar escudriñando acciones políticas de un pasado reciente lleno de odio y persecución.
El coronavirus golpea en forma implacable. Urge pensar con claridad sobre las buenas acciones políticas hacia el futuro. Se debe dejar atrás los recuerdos de una desastrosa persecución política de un gobierno que empaño la democracia panameña. Hay que hablar con claridad, para que los protagonistas del momento les sea más fácil organizar una sociedad más justa y más saludable.
Hoy, con tantas intrigas políticas, pensaríamos que el señor Presidente Laurentino Cortizo “le gustaría salir volando”; pero no lo hará, porque él conoce bien y tiene respeto por la ley de gravedad, donde se sanciona a quienes desean salpicar los terrenos de la economía panameña con actos de corrupción por aquellos políticos que gustan estar subiendo y bajando ascensores porque tienen miedo por el cambio. Las reformas son necesarias para el avance del país hacia mayores niveles de prosperidad colectiva..