Por Avenabet Mercado
avenabet@yahoo.es
Cuando
los gobernantes dejan huellas de una profunda preocupación y laboriosidad por su pueblo, queda plasmado en el
corazón de una nación el más
profundo reconocimiento.
Guillermo
Endara Galimani prodiga un legado a las nuevas generaciones, el paradigma de
un presidente honesto, dispuesto a ofrendar su vida por el imperio de la democracia, lesionada por una
dictadura militar que cercenaba
todos los derechos ciudadanos.
Deja
muy en alto el nombre de su gran líder panameñista, el doctor Arnulfo Arias Madrid, como un fiel discípulo de su
doctrina, al reconstruir una
patria dejada en la miseria económica durante la invasión militar, y seguir adelante con los programas
de desarrollo.
Y los líderes de hoy,
aquellos que no creían posible existiera en Panamá una tercera fuerza
partidista y se aferraban al bipartidismo, más que nunca, deberían revisar el
legado de Endara y aprovechar toda la sapiencia que dejó este caudillo, quien
se irguió con valentía a dirigir los destinos de la patria ultrajada durante un
periodo castrense sangriento.
El
espíritu de Endara prevalecerá en los corazones de todos los panameños, se apegó a los principios democráticos éticos, sin estar persiguiendo a sus oponentes.
Creía él en la tercera fuerza política, mientras otros la rechazaban.
Panamá no es el espejismo
de ayer. Entre los paridos Revolucionario Democrático (PRD), de ideología social demócrata;
Panameñista, ideología nacionalista; Popular (PP), ideología demócrata cristiana; en todos los escenarios de las batallas y debates, para los
académicos de la Ciencias Políticas del país, el Cambio Democrático (CD), de tendencia liberal, también es una
realidad en la historia social porque en su proyecto da ejemplo de democracia
participativa.
Para los académicos, hay
que ir a la razón, la batalla para las elecciones panameña del año 2014 tendrá que ser crítica y moral. La
tercera fuerza política existe, son grupos políticos progresistas enseñando a
los jóvenes para que sean ciudadanos activos en sus comunidades locales y más
que todo: aprender todo lo relativo al proceso democrático.
Se debe elevar la oratoria,
los insultos entre dirigentes se transforma en un demonio peligroso. En virtud del escenario hoy, toca ahora al Tribunal Electoral (TE)
seguir ejerciendo, aún más, su papel de orientación, fiscalización y educación
en beneficio del porvenir de la nación.
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