Educación y escuelas “ranchos”.
Por Avenabet Mercado
amercado@elsiglo.com
En nuestra nación de cualquier opinión pública se hace un alboroto. Debe ser aplaudida la reacción de la primera dama de la República, Vivían De Torrijos, cuando sale en defensa de que se sigan mejorando las escuelas ranchos en el país, donde también gobiernos de otras naciones nos han dado sus manos de ayuda.
No sabemos si existe algún interés de alguien en particular en hacerle daño al Ministro de Educación, Salvador Rodríguez, un buen profesional en el ejercicio de funciones y catedrático universitario. A lo mejor, somos del criterio también, que se dio un pésimo manejo de la información a lo interno de su departamento de relaciones públicas.
Pero si debe decirse la verdad del escenario. En plena época del “Internet” aquí hay escuelas y bibliotecas que parecen chozas y eso es una vergüenza nacional. En América naciones como los Estados Unidos, México Brasil y Cuba son un verdadero ejemplo cultural, allí se respetan a los intelectuales, las universidades son plataformas coherentes para el desarrollo social y tanto las escuelas o las bibliotecas pasan a ser un verdadero tesoro nacional.
El desarrollo social y económico del Estado panameño siempre debe fundamentarse en el fortalecimiento de la educación del país, pero cuando observamos las malas estructuras de muchas escuelas y bibliotecas en las distintas provincias del país todo nos causa pesar.
Los bajos indicadores de nuestra crisis educativas no se pueden negar.
Las verdades deben ser dicha con honestidad como también lo expreso ese prohombre de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, al referirse a los valores culturales de su nación: Tiene derecho a criticar, quien tiene un corazón dispuesto a ayudar. O sino, como nos lo diría la escritora Gabriela Mistral: " Tener patria es un regalo al que tarde en tarde hay que corresponder.
Aquí las escuelas ranchos, todas , deben ser eliminadas.
Ahora que se ha dado el debate público también sería interesante que las autoridades del Ministerio de Educación visiten silenciosamente algunos centros educativos, que lleguen no como autoridades sino como padres de familias, y notaran como sufren los padres porque los libros son caros y cuando los niños van a una biblioteca pública, en la mayor de las vece, los bibliotecarios no pueden efectuar correctamente su función docente porque entre libros y libros acumulados sobre los anaqueles observamos nido de falsedades. Los bibliotecarios tienen pocos recursos económicos y , de los docentes ni hablar.
Y las escenas que se observan a diarios en muchas escuelas del país deben dolernos a todos. Es responsabilidad del Ministerio del Educación darle una manito de ayuda a los servicios que prestan las bibliotecas públicas del país, sin olvidar además a esas de las zonas rurales donde los materiales para sus mantenimientos físico no llegan ni en caballos y sus estructuras se están cayendo a pedazos llena de comején.
No hay comentarios:
Publicar un comentario