Por Avenabet Mercado
Aun no me he leído por completo la historia de Balboa:“El golpe doble y la indignación de Panquiaco”, que viene escribiendo el
periodista y editor del diario La Estrella, Luis González y González.
Pero entre los temas que voy analizando, por la forma en que a diario él
nos va dando los capítulos, me detengo ante los personajes porque su narración no es
lineal. Cada protagonista en sí es una historia interesante.
Eso de describir el poder del español Balboa frente a la conquista
indígena, más por la tierra es por el
oro. A veces el autor dedica poco texto al exponer la codicia que se va
generando entre los ciudadanos españoles ante la debilidad del indígena, pero
lo hace con una prosa fácil de comprender y en un estilo literario con
oraciones breve y directa.
El autor no desdibuja los personajes, lo coloca en su misma dimensión
frente a la codicia humana. Nos dice por qué vinieron los españoles, a lo mejor
Colón lo hizo por su hazaña de descubrimiento; pero Balboa, junto a su equipo,
llegó en busca del oro.
Luís González, quien escribe una obra tanto para que la entiendan los
niños como los adultos, no nos cuenta los sucesos en forma cronológica; él
presenta una historia que termina donde comienza.
Así es, emplea lo que algunos escritores del cine hacen con la analepsis; igualmente, acude a la otra fórmula
más precisa en la especie del proceso narrativo como el flash-back. O mejor dicho, usa los recursos narrativos con
una fuerza en cada diálogo para ir creando la intriga.
Una intriga
persistente y llena de angustia por el temor de los hechos en la población indígena,
la narración va trasladándose repentinamente al pasado donde se suceden
acontecimientos anteriores al presente de la acción.
Después de todo, me
quedaré esperando el final de la obra para determinar si en la narración
predomina el uso de las metáforas, o si predomina el diálogo frente a los
movimientos culturales vigentes de nuestra sociedad, en donde hasta al indio Urraca o Urracá, lo llevamos a diarios en una
moneda de un centavo. ¡Y a Balboa, en moneda de cincuenta centésimos… ¡
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