Por
Avenabet Mercado
Hace
tiempo que en Panamá la salud pública se está viendo como una verdadera fuente
potencial para inversiones económicas o de buenos negocios y, en consecuencia, distintos
sectores de poder generan estrategias para introducirse y ocupar, progresivamente, dicha plataforma social.
En ese sentido, uno de los primeros pasos que viene generándose consiste en suscitar la polémica mediática y política sobre la ‘ineficiencia’ de los sistemas de salud; tratando de identificar a lo público con la burocracia y el despilfarro de recursos. Y a lo privado, con la flexibilidad eficiente de que todo lo resuelve.
Visto esto así, es ahí donde realmente comienza a generarse el problema de la salud social. Poco a poco se está separando la financiación de la provisión de servicios públicos y privados, entonces, vamos observando cómo se está introduciendo en las instituciones de salud pública elementos de competencia interna y mercado interno regulado; se están modificando estatutos jurídicos sanitarios donde ya hay sectores económicos de poder pensando en, por ejemplo, si un hospital se transforma en una fundación privada, sin pasar controles del Estado.
De seguir en Panamá ciertas anomalías complacientes en los
servicios de salud, en breve tiempo, todo será un desastre.
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