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domingo, 8 de marzo de 2015

Entre perros, políticos y libros


Un perro con elegancia, “Westminster Dog Show”, fotos de  Campos y perdedores, 1950 y 1960. 

Por Avenabet Mercado
Duele mucho cuando uno pierde un perro, que en sí es considerado el mejor amigo del hombre por su fidelidad. No es lo mismo referirnos con la misma palabra a un político y más, si son de aquellos que gustan de lisonjear.
Ahora algunos se la pasan hablando de ordenar la justicia de Panamá, pero todos sabemos que mienten con su lengua. Solo se acuerdan que Dios es su refugio cuando andan en tribulación.
Y la  democracia de nuestra nación no puede seguir avanzando con algunos políticos que mienten, son de   comportamiento fingido o engreído; son sardónicos y además no aprenden a ser sencillo, humilde.
Nuestra democracia necesita políticos igual a Belisario Porras;  o que sean intelectuales de palabras como Ricardo Miro, para que en cada romería se escuchen voces con noble acento y que las palabras sean látigos sonoros vibrando contra la corrupción que hoy sacude a nuestra nación.
Políticos y elefantes
Los ciudadanos que se respeten no pueden seguir mencionando nombre de aquellos  políticos que son como elefantes. Peor aún, no deben seguir con esos dirigentes que le dan pan y, vuelven a pecar.
Jamás los liberales panameños pensaron que nuestra democracia escondiera tantos demonios. En el camino vemos sindicalistas que regatean y además, tenemos empresarios mañosos formando parte de la política del Estado.
Pero que no se hable de ciertos diputados,  nos referimos a aquellos que viven de gobierno a gobierno pelechando las platas que por ley les corresponde a los corregidores y representantes para hacer sus obras sociales orientadas a las comunidades más humilde de nuestra nación.
A esos diputados los observamos en la Asamblea Nacional como si fueran ciudadanos griegos o romanos organizando sus piezas de oratorias, pero existe una  gran diferencia: Los romanos y griegos eran oradores que no disipaban gozosamente la herencia de su cargo y tampoco pelechaban pan, hacían brillantísima defensa a favor de pueblo.
Panamá necesita buenos  diputados del pueblo, no de aquellos que llegan a la Asamblea Nacional para organizar leyes que gozosamente son para proteger herencias de familias. Así no es la democracia que todos esperamos.
Hoy en día nuestros diputados ya no  preparan sus discursos para el pueblo, sino para la televisión. Unos discursos pésimos, sin criterio de estadistas y tampoco de oratoria para rendir cuenta a las comunidades que le dio el voto; las retóricas son sardónicas, la risa es tan falsa y va sumada a otros sentimientos porque luego de estar el fin de semana por las discotecas de calle Uruguay, bebiendo la hierba de la sardonia, se paran en el púlpito como si fueran ciudadanos impoluto.
En un ambiente así es difícil ejercer nuevas ejecuciones económica de frente al porvenir de la nación. El presidente de la República, Juan Carlos Varela, tiene buenas intenciones dirigidas a fortalecer la democracia; pero para lograr sus metas tendrá que exigir resultados de trabajos eficiente a los  ministros, tanto en el centro del poder o de ejecuciones dirigidas a las zonas rurales.
Para cualquier político es difícil tomar acciones que pretendan ser un remedio dirigido a ciertos males si en realidad no vencemos algunos conflictos sociales que hoy nos afectan como nación.
Ninguna democracia puede avanzar con generaciones de políticos que luego de cada torneo electoral se cambian de sus partidos por algunas migajas de pan.  Mucho son peores que Poncio Pilato,  miembro del orden ecuestre y quien  fue el quinto prefecto de la provincia romana de Judea,
Frente a todos estos escenarios que estamos viviendo hoy la juventud de esta joven democracia debería escudriñar los pasos del doctor Ricardo Arias Calderón,  como político jamás le mintió al país, un intelectual que durante sus jornadas de campaña  actuó siempre con ética y conciencia social.
Hay que empezar a analizar sus discursos y buenos escritos presentado en los foros internacionales, él nos enseña una palabra que hoy muchos políticos ya no pueden pronunciar entre sus labios: “Conciencia moral”. Ricardo Arias Calderon, siempre ha sido un dirigente valeroso, un político de prestigio y dignidad.
Nuestra democracia espera mejores resultados frente al compromiso de la deuda social. Todos tenemos que ser ciudadanos responsable o político de dignidad porque, entonces, si la democracia no funciona debemos empezar a  regalar libros y perros a “algunos diputados” para que así aprendan a ser generoso y bueno como son ellos.
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