Por Avenabet Mercado
@AvenabetMercado
Falleció el caricaturista y periodista Wilfi Jiménez, un gran maestro y amigo.
Muchos colegas de los que trabajamos con él sabemos que no solamente fue un maestro de los mensajes políticos sino también de la familia, sus mensajes son y seguirán con cargas emocionales dirigidas a la sociedad, barajando vivencias y preocupado por lo trascendental.
Conozco a los hijos de Wilfi, son excelentes personas o colegas igual que su padre.
Wilfi era el azote de la crítica dirigida a esos diputados y políticos ineficientes, corruptos o aberrantes; a esos gobernantes que pasaban por el poder con ínfulas de estadísticas, cuando en verdad, sus caricaturas sin hablar, quizás tanto de ayer como hoy, dejan mensajes diarios del poder presidencial en aves que lo tienen todo: Las garzas.
Con Wilfi aprendí eso que se llama garra, facilidad narrativa, porque sus temas están sacados de muy adentro. Los temas políticos, para cada caricatura diaria, emanaban de su hipersensibilidad y de su gran dosis de lirismo que sabia plasmar con un lenguaje vivo.
Con Wilfi aprendí eso que se llama garra, facilidad narrativa, porque sus temas están sacados de muy adentro. Los temas políticos, para cada caricatura diaria, emanaban de su hipersensibilidad y de su gran dosis de lirismo que sabia plasmar con un lenguaje vivo.
Cuando compartía con Wilfi Jiménez los trabajos diarios me decía que si ya había cenado, jamás me dejo llegar a mi casa sin el pasaje luego de una jornada laboral. Como joven, el más viejo que yo, me daba un mensaje diario de responsabilidad en el ejercicio de la profesión del periodismo donde muchas veces uno vive y comparte con los personajes poder político, pero un poder para hacer figuras que son iconos de la sociedad y también, sino sirven para nada, asimismo destruir iconos cuando no sirven para nada.
A Wilfi siempre lo llevaré presente como un gran jefe y amigo. Para mí, como periodista, significa una ambientación realista hincada en la inmediatez de la vida. Siempre fue un narrador de la escena.
Muchas veces, así lo observaba, se inclinaba en un sillón del diario; pareciera que jugaba con ese tiempo y no es así: Pensaba y reflexionaba, luego nos hacía reír sin hablar al mostrarnos la caricatura que hacía para el día de mañana.
Su narrativa breve, en cada caricatura y literatura, era y seguirá siendo como una fundación de voluntad de encarnación. Es verdad que aún es temprano para pontificar, pero osamos adelantar que su obra-por el dinamismo en que se siente metido el lector, por su técnica de contra punto, por los agua fuerte, por la depuración y los personajes, auténticamente humanos, quizás auténticamente un aves, pasará a la posteridad del verdadero simbolismo de las caricaturas.
Y su nombre hoy, como Wilfi el caricaturista, quedará como ejemplo de un personaje que frente a la dictadura militar lucho por la libertad, por la nacionalidad frente a los temas del Canal de Panamá y otros, igual a la corrupción o del llamado juega vivo que tanto nos gusta a los panameños; es él (Wilfi), con sus aves, un hombre del lápiz, la plumilla del que tenemos que sentirnos orgulloso porque su delicadeza lineal transciende con fuerza y realismo.
Adiós al padre de ” La pileta de las garzas” A su familia mi más sincero pésame. Dios lo tiene en paz y amor. Jamás habrá palabras de mi parte para describir la grandeza humana del gran colega Wilfi
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