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miércoles, 5 de mayo de 2021

Urge un liberalismo para el presidente, alcaldes y gobernadores

 





Por Avenabet Mercado / Al Día Panamá

@AvenabetMercado

La corrupción en Panamá  no nos llega del ambiente familiar, siempre prolifera en los alrededores del poder político. Esos anillos, van pasando  desde las organizaciones partidistas a las instituciones  para transformarse en un ejército invisible de burócratas;  nos llega o se recrían,  igual que potros en las tetas del Estado.

Un ejército invisible, – personas físicas o jurídicas-, con una conciencia laxa sobre el carácter sacrosanto  de los dineros públicos, que  compite por el enriquecimiento y accede al éxito por la vía rápida del fraude millonario, la extorsión o la simple especulación.

Dicho ejército es conocido de todos, y en consecuencia comúnmente consentido. Quizás, con la crisis de la pandemia del Coronavirus (Covid-19), hoy se podría  derrotar a todos porque ahora Panamá no clama por diferencia política, su clamor es por la unidad.

Y es que los dos postulados para salir de cualquier crisis muchas veces no son económicos, sino político: La democracia hoy exige unidad, no diferencia. Urge en Panamá crear un proyecto nacional para impulsar el desarrollo económico creíble como política de Estado.

Es necesario reunir consenso de los partidos políticos, empresas y organismos no gubernamentales. Ahora  es el tiempo para que los gobernadores y  alcaldes empiecen a reflexionar sobre los cambios de importancia que está  exigiendo el país en la propia gestión municipal, a fin de consolidar los trabajos administrativos y dirigirlos hacia un clima social donde se respeten los derechos humanos fundamentales  de cada ciudadanos dentro de cualquier escenario en la que actúen los partidos políticos.

Si oteamos el devenir histórico panameño notamos que desde el siglo XlX  la labor de los cabildos era la más acentuada característica del ser istmeño, donde a través de las instituciones y la ley se ejercían derechos fundamentales  en la que el sufragio honesto era uno de sus estamentos. Los gobernadores y alcaldes pueden hacer muchas cosas por Panamá.

No olvidemos en las luchas comunitarias por devolver derecho a la panameñidad aquellos esfuerzos o acciones de políticos como Enrique A. Jiménez, que eran las mismas por la que combatió Tomas Herrera en los campos de Ayacucho, la de Justo Arosemena en los estrados del parlamento colombiano, y Buenaventura Carreoso en las calles del arrabal santanero para hacer valer la soberanía popular mediante la acción de los cabildos. La metáfora es la misma, es cuestión de pensar en la patria.

Hoy nuestra nación ha librado una gran batalla ante la crisis de la pandemia del Coronavirus (Covid-19). ¿Y en realidad,  actuarán los alcaldes, gobernadores y corregidores igual que aquellos hombres ilustres del liberalismo que en cada acción elevaban sus jerarquías en beneficio  del desarrollo social de la nación?

Aquellos hombres con ideas liberales no eran políticos de segunda fila, tenían la habilidad de escuchar, eran conciliadores y no ofendían a su adversario político ni siquiera frente al debate público. Por eso, en nuestra joven democracia panameña aún existen muchas cosas por aprender.

Recuerdo al doctor Casco Arias ( descanse en paz),   cuando en las tertulias me decía  que «los presidentes no elegidos por el pueblo nunca van al paraíso».  Más hoy, Panamá elige sus presidentes en elecciones democráticas y transparente. El presidente Laurentino Cortizo Cohen, pensamos, tiene un partido que lo apoya; pero en la actual coyuntura histórica  para lograr sacar adelante al país necesita alcaldes, gobernadores con pensamiento de patria apegado a los principios del liberalismo social. 

En cualquier crisis, la misión de un gobernante consiste en dar una imagen de convicción y capacidad que será superada y de que el esfuerzo que se requiere vale la pena.  El momento histórico que vive nuestra nación no puede seguir la recomendación de Maquiavelo, igual como sucedió en la pasada administración de gobierno donde se adjudicó la espada de  la justicia en forma injusta, a runas de agravios y de furia; pero aún peor, aberrante y cruel, cuando también se clavó la daga  a un alcalde honesto  para no deber  favores políticos.

Laurentino Cortizo Cohen gano su derecho político en elecciones transparente y libre. Y hoy, concretamente, después de tantas malas primaveras,  Panamá necesita retomar la batalla del liberalismo porque nos traerá una profunda reflexión sobre la sociedad actual en espera de personas con cualidades tolerante y abierta al diálogo, a la verdadera democracia empresarial  y a una urgencia de políticos con valores.

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